- ¿Ha terminado el concierto?
- Creo que sí, pero no lo sé.
Cuando llega el final de un concierto de Sokolov, cada bis habla de Eternidad. Acabas viviéndolo en pie, la gente atraviesa las puertas con el aplauso aun en la mano. Y una vez que decides marcharte, nunca sabes si es realmente el final. Por ello respondes con miedo; sin afirmarlo con rotundidad, que crees que ha acabado, pero vete tú a saber. Te gustaría quedarte agazapado en la butaca, esperando a que Sokolov regrese a eso de las 2 de la madrugada con una nueva propina…
¿A este hombre nadie le espera? Te preguntas. Igual es que al resto nos esperan demasiados… incluso teléfonos apagados. Sokolov hace perder metros, buses nocturnos… La Usura del amor nos aleja de la tecla…
………………..
En soledad llega un momento en que percibo, y siempre me asombra, la economía del lenguaje. Que se contagia a la economía del gesto, y termina en un rictus en Do.
Todos se besan a mí alrededor. Y me dan asco y…¿envidia? ¿Una envidia asquerosa, una asquerosa envidia?
El llego al punto de leer lo que esa hoja cayendo le tenía que decir.
Tras el parpadeo te habían cambiado.
El hombre sin atributos se ahogo en un charco de acedia.
El niño pregunto al anciano ¿Tú querías ser esto de mayor?
Echó la moneda del amor y le salió la cara del miedo.
Un paréntesis en el desierto es un segundo en el metro.
¿Amamos sin la demora de la reflexión, ahogados en la preconciencia?
La música fue hecha para los ciegos.
La apariencia vale más que el interés; aparenta que te interesa. La apariencia por encima de la vida, aparenta estar vivo.
La alegría es un sentimiento contrarrevolucionario.
Esa luz de la que tanto hablas ¿no será tu voz en llamas? Apágala y adopta la monstruosa transfiguración de la vela.
Ya siento las ratas en la garganta.
Movido por el sueño, eyaculo en los lazos de sangre esperma de fresa.
Resulto que ella tenía un erizo en la vagina.
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