jueves, 23 de abril de 2009


Clive Wearing es un director de orquesta británico nacido en 1938, que debido a un herpes simple tipo 2(HSV-2) el cual derivo después a una encefalitis en 1985, sufrió graves lesiones en el hipocampo, las cuales afectaron su memoria dándole, 7 segundos de retención de esta, además de haber perdido los recuerdos anteriores, por tanto Clive no solo sufre de amnesia anterógrada (incapacidad para recordar hechos ocurridos después de la aparición del agente causante) sino que también amnesia retrograda(incapacidad para recordar hechos ocurridos antes de la aparición del agente).

“Era como si cada momento que estaba despierto fuera el primer momento en que estaba despierto. Estaba bajo la constante impresión de que acababa de salir de la inconsciencia porque no tenia prueba alguna de que su mente estuviera despierta antes.”

Desesperado comenzó a llevar un diario:

7.46am: Me despierto por primera vez.

7.47am: Esta enfermedad ha sido como la muerte hasta AHORA. Todos los sentidos funcionan bien.

8.07am: "YA ESTOY", despierto.

8.31am: Ahora estoy real, completamente despierto.

9.06am: Ahora estoy perfecto, desmesuradamente despierto.

9.34am: Ahora estoy superlativo y realmente despierto.

“¿Puede imaginarse una noche que dure cinco años? Sin sueños, ni despertar, ni tacto, ni sabor, ni olor, ni vista, ni sonido, ni oído, nada de nada. Es como estar muerto. He llegado a la conclusión de que estoy muerto”

Clive estaba constantemente rodeado de desconocidos en un lugar desconocido.

Clive es incapaz de retener ningún recuerdo de sucesos y experiencias pasajeros, y además, ha perdido todos los recuerdos de sucesos y experiencias anteriores a su encefalitis. ¿Cómo conserva, entonces, su extraordinario saber musical, su capacidad para repentizar, para tocar el piano y el órgano, para cantar, dirigir un coro, con la misma maestría que antes de su enfermedad?











Jill Price es una neoyorquina de 42 años padece una extraña enfermedad neurológica, llamada síndrome hipertiméstico, que le impide olvidar desde los 8 años.

“Mi vida discurre como una doble pantalla...y en una de ellas estoy viviendo, como si fueran vídeos caseros, las escenas de todos y cada uno de los días de mi vida".

"Digamos que no puedo escapar del ayer, que vivo en una constante e imparable sucesión de ayeres desfilando furiosamente por mi memoria"

Desde pequeña sintió la necesidad de escribir un diario y así lo hizo desde los 10 hasta los 34 años en montañas de diarios que ocupan 50.000 páginas. Asegura que necesitaba escribir los hechos más insustanciables del día aunque no necesita volver a leerlos para recordarlos.

Pero Jill sería incapaz de aprenderse un teorema o de recitar una poesía. El hecho de tener que memorizar algo que no sea sobre su propia vida le es imposible. Sus padres la recuerdan como una niña difícil, y más desde que se trasladaron a Los Angeles cuando tenía 8 años. "No sé por qué, pero a partir del 5 de febrero de 1980 lo recuerdo exactamente todo".

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