sábado, 20 de agosto de 2011



un cero a la derecha,
dibujaba caballos
que me trotaban el hambre.

de la misma mente que movía la pluma,
los borborigmos de mi gusa
se convertían en relinches,
felicidad difusa.

2 comentarios:

Jordi Pascual Morant dijo...

Buenísimo, altamente sugerente. Un niño muy inquieto, inteligencia innata que se aparta de los ceros y unos digitalizados, mecanizados, ordenados, sin iniciativas.
¿Se puede ser feliz sintiéndose solo entre las "mulas"?

Bashevis dijo...

hay quien pone inteligencia a los ceros y unos, quien trabaja el algoritmo, esperemos que puedan seguir haciéndolo.

que las mulas lo acompañen, como acompañaba el caballito de madera al innato Kaspar Hauser en su presidio, en su platonico establo... que las mulas lo salven de la caida.

gracias por pasarte Jordi! ;)