lunes, 12 de abril de 2010

"Nada teme más el hombre que ser tocado por lo desconocido".

A dios lo despertó el grito de un desvalido, y seguido volvió a dormirse, ahogándose en la simiente. De entre todas las manos cortadas a los ladrones, una niña encontró la de su padre. No habrá quien nos libre de caer en el lago helado, por traicionar miedo en mano un corazón ya empedrado. Y aunque hubiéramos amado caeríamos igualmente, uno a uno, gota a gota, piedra a piedra, en la fosa común del presente, arrimándonos al fuego, sin razón, así por siempre.

La gruta de baba me refleja el andamiaje. Y atemorizado, por un instante, admito que mi cuerpo es una montaña de paja y piedras ajenas, (in)corporadas, normalizadas… argamasa de sangre. Uno, nessuno e centomila. Qué hacer ante el abismo, si él me mira y yo asiento. Ha acertado una a una mis cartas...

2 comentarios:

Portinari dijo...

"La gruta de baba me refleja el andamiaje. Y atemorizado, por un instante, admito que mi cuerpo es una montaña de paja y piedras ajenas, (in)corporadas, normalizadas… argamasa de sangre. Uno, nessuno e centomila. Qué hacer ante el abismo, si él me mira y yo asiento. Ha acertado una a una mis cartas..."

escucharemos diferente, a partir de aquí.

Bashevis dijo...

escuchar a un vertebrado en proceso de invertebrarse... para bien o para mal, desaparecer(nos).

Un abrazo