miércoles, 30 de diciembre de 2009

Papa n.º 111 de la Iglesia católica de 891 a 896.



El mismo año de la muerte de Formoso, sube al trono pontificio Bonifacio VI con el apoyo de Lamberto de Spoleto, quien ha vuelto a tomar el control de Roma al caer enfermo Arnulfo y verse obligado a abandonar Italia. Lamberto, junto a su madre Agiltrude, impulsa la realización de un juicio contra el Papa que no apoyó a la familia Spoleto en sus reivindicaciones políticas durante su papado.

Bonifacio VI manda, nueve meses después de la muerte de Formoso, exhumar su cadáver y someterlo a juicio en un concilio que reunió a tal fin y que ha pasado a la historia como el “Concilio cadavérico”, “Sínodo del terror” o "Sínodo del cadáver".

En dicho concilio, celebrado bajo la presidencia de Esteban VI en la Basílica Constantiniana se procedió a revestir el cadáver de Formoso de los ornamentos papales y se le sentó en un trono para que escuchara las acusaciones. La principal de las cuales fue que siendo obispo de una diócesis, la de Porto, la había dejado para ocupar como papa la diócesis de Roma.

Encontrado culpable se declaró inválida su elección como Papa y se anularon todas los actos y ordenaciones de su papado. A continuación se despojó el cadáver de sus vestiduras, se le arrancaron de la mano los tres dedos con que impartía las bendiciones papales y sus restos fueron depositados en un lugar secreto, donde permanecieron hasta los tiempos de Teodoro II (cuyo Pontificado tan solo duró 20 días, aunque la rehabilitación de Formoso se había iniciado con el Papa Romano) cuando fueron restituidos a la Basílica de San Pedro. El Papa Juan IX convoca dos concilios uno en Rávena y otro en Roma en los cuales se promulga que toda prueba futura sobre una persona muerta fuese prohibida. Sin embargo, el Papa Sergio III al acceder el trono en el 904 anula tanto los concilios convocados por Juan IX y Teodoro II e inició un segundo juicio contra el cadáver, hallándolo nuevamente culpable. Los restos de Formoso fueron arrojados al Tíber para que desapareciesen de la faz de la tierra pero se enredaron en las redes de un pescador, que lo extrajo de las aguas y lo escondió. Finalizado el pontificado de Sergio III, los restos fueron depositados en el Vaticano, donde yacen hasta el día de hoy. En 1464 el cardenal Pietro Barbo al ser elegido Papa es disuadido de llevar el nombre de Formoso II para en su lugar llevar el de Pablo II.

1 comentario:

Pompeyo dijo...

Esta gentuza nunca dejará de sorprenderme. Un día es asco, otro día odio, o risa, o vergüenza ajena.