Aquel que mata un animal en el trascurso de una película, explícitamente, simplemente para desarrollar sus ficciones, intercediendo en lo que sería el desarrollo sin su presencia, tiene un problema. Un problema de talento probablemente. Un problema de ingenio. Un problema conmigo. Dudo que puedan argumentarme “un porque” a la medida, mas allá de especismos, hay muchos casos. Me irritan, epatando consiguen lo contrario, que el golpe sea para con el director, no con la ficción expuesta.
Hacen de la muerte cuestión estética. Hacen de la vida un juego a su medida. Ya basta.
Llegó el invierno
Hace 2 días
5 comentarios:
Estoy de acuerdo. También tienen un problema conmigo.
Ya somos tres.
Somos cuatro.
¿Somos Homos?
Cinco. Ojalá pudiéramos hincársela... la película completa avanzando desde su recto en dirección al hueco esplénico. Allí permanecería un buen rato, haciéndosele cuesta arriba el camino del intestino delgado, y se pudrirían sus carnes, y entonces la cinta prometería por fuera un interior podrido, sangriento y hediondo.
Intolerable.
Abrazos.
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