jueves, 20 de mayo de 2010

El futbol es un Citroën GS, un domingo tras una paella en un garaje pequeño. Es un bar casi vacío a la vera de un puente, rumbo al estadio, con la comida en la boca y el olor a puro que ya se palpa e ira in crescendo.

El futbol es un hermano y un abuelo, luego solo un abuelo, un abuelo y un amigo, un amigo del abuelo y uno mío… después el futbol es solo amigos, pero ya no hay caramelos, ni nada que se parezca a un recuerdo lucido. Entonces el futbol son pipas, hastió, un pasar la tarde, un subir al marcador a molestar al viejo que está ahí subido.

El futbol era un Citroën precioso con suspensiones, asientos duros, un sube y baja, una conducción milenaria, anciana y perfecta. Y era una abuela que se queda en casa, un encontrarnos con ciertas gentes, un café en el descanso y yo… unas pipas. Y luego, 10 años después, volver a ver a la persona, y llorar por ello, por el futbol, por un caramelo cada domingo, por que ha terminado el partido y no está su amigo, no está mi abuelo, y el sigue vivo.

Y es una paliza al Celta y ancianos saltando, con mi mejor amigo. Solo eso… no rememoro partidos, sopor y pipas, sin pasión, a partir de un momento nada. Y ya al final solo quería que ganara el equipo para que mi abuelo estuviera contento, y ni mucho menos le iba la ilusión en ello, pero recortaba la clasificación de “El Correo” todas las semanas, para llevarla en la cartera, junto al dinero.

El dinero de los cojones, es el futbol que odio.

3 comentarios:

Bashevis dijo...

asi, más, escribir, para nada,

soperos dijo...

joder, bash, contado así es bonito aunque no te guste (te gustara). en la frase final, lo clavas. en todo el texto.

mi fútbol, en definitiva, fue muy parecido al tuyo. la historia es otra, pero el resultado final: el dinero de los cojones, es el fútbol que odio.

la hostia, te estás convirtiendo en un periodista deportivo :)

besos, amigo

ò.

PÁJARO DE CHINA dijo...

estoy viendo lo que contás. la clasificación en la cartera de tu abuelo podría ingresar en el DRAE, como una definición posible de la ternura (cuando lo recortaba) y la melancolía (cuando dejó de recortarlo).

el dinero lo pudre todo.

besos sin red.