sábado, 30 de enero de 2010


Me gusta seguir rastros de sangre por la calle. No es algo que ocurra muy a menudo, pero es un lugar común más del “paseo”. Cuando veo la primera gota, corroboro la existencia del reguero buscando la segunda. Acostumbro a seguir el rastro, como si buscara al herido, que en el medio urbano no asocio más que a un humano. Un humano que imagino, cuya herida mentalizo. A menudo las gotas se tambalean, van de un lado al otro de la calle. Lo imagino entonces borracho o aturdido. Otras el vía crucis es recto, casi siempre pegado a la pared, humillado. Me sorprendo buscando el final del reguero. Suponiéndole un fin, presuponiéndole una dirección y un orden. Nunca pienso que estoy yendo hacia atrás, que me aproximo al surgimiento de la hemorragia. Mi mente me engaña, busca solución-meta, no problema. Imagino que la sangre me lleva a la playa y en la orilla se pierde, entra al mar y se disuelve. Imagino que tras un largo rodeo la última gota cae tapando la primera. Sin embargo, cuando no me presto a imaginar, sigo el goteo a la espera de que entre en un portal o desaparezca. Que se cubra con un pañuelo o vomite un esputo sangrante que me interpele.

9 comentarios:

Stalker dijo...

Brutal interpelación la del reguero, hermano animal.

Seguir también, la trayectoria de la mutilación, la que desemboca en el adentro, y reinventar ahí un miembro fantasma, para compensar,

abrazos

PÁJARO DE CHINA dijo...

El que sangra camina hacia adelante. El origen de la hemorragia es un asunto privado y personalísimo. Pero el reguero te está llamando. Es como el caminito de Hansel y Gretel, versión hardcore.

Si se pierde en el mar, dejalo ir. Es un suicida y sabe lo que hace.

Pero si no se pierde, no lo pierdas. Posiblemente estés a tiempo de vendar la herida.

Un abrazo para mi pez-banana, que no se lleva el gatillo a la sien. Apunta hacia adelante.

Portinari dijo...

"Es como el caminito de Hansel y Gretel, versión hardcore. "

Un día iba yo caminando felizmente por la rue cuando encontré gotitas de sangre. Cómo no, curiosidad salió de casa y seguí el reguero. Acabé encontrándome con la historia del cuerpo-surtidor, había más gente siguiendo el rastro y todos acabamos confluyendo en la sangre.Principio de un todo, y por otro lado, punto y aparte.

Cuando se siguen pistas se van dando cosas por hecho. A veces es el colmo del disparate el resultado.

Buenas noches!

Pompeyo dijo...

Interesante ocupación, Bash.
Yo también, un día, encontré un rastro y lo seguí. Al llegar a la puerta de mi casa escapé corriendo y nunca más volví. No fuera cosa de encontrarme muerto.

Bashevis dijo...

Aquí. Hablando de regueros de sangre. ¿Todo el mundo lo ha hecho alguna vez? Tal como seguimos, nos seguirán algún día.

Javier dijo...

Hay bifurcaciones que se imponen en el camino y que hay que seguir. Esa prolongación que sugiere la gota primigenia bien puede ser una de esas bifurcaciones que el azar propone a quienes quieren participar de su juego. Se ve que sabes como calibrarlo.
Sugerente la imagen que acompaña la entrada. tambien la forma como conluye el escrito.
Una gota puede llevar a la siguiente , una bifurcación da paso a mas. En este sentido celebro que la circularidad
que sugieres con la última gota que se funde en la primera después de haber recorrido un camino que lleva al punto de partida,
haya encontrado un correlato en la circularidad que evoca Pompeyo con el encuentro fatal
de sí mismo.

Aunque he encontrado algunas pistas que sugieren el goteo sangrante nunca me ha pasado encontrar una que vaya mucho más alla del punto de partida con el que he dado. se acababan a los pocos metros.

lo que si hice una vez fue corroborar de manera inversa el camino que seguia la estela sangrienta dejada por un hombre con el que me habia cruzado en la calle que llevaba el rostro ensangrentado y que era perseguido por unos uniformados. El principio estaba a varias calles del cruce. supongo que en ese momento a los que les tocaba seguir el rastro en la dirección opuesta era a los policias. tristemente.

perseguidos y perseguidores somos.


saludo

Bashevis dijo...

En parte interesa dar respuesta a porque esa persona no ha hecho algo para evitar que su reguero vaya “más allá del punto de partida con el que hemos dado”. ¿Por qué no se acaban a los pocos metros? Por eso imagino un personaje aturdido o humillado, por mi incapacidad de concebir un estado de “apatía con la hemorragia” en un sujeto cualquiera.

¿Qué otras situaciones similares podríamos apuntar en el paseo, en el devenir urbano? ¿Más tipos de Bifurcaciones?

Perseguidos y perseguidores somos. salud marrast!

Javier dijo...

Si ese es el punto. Los rastros que nadie evita dejar y que bien mirado, son una invitación, una secuencia a seguir.

No sé que tan análogo sea como episodio urbano en el devenir de las bifurcaciones que pueden darse, pero se me ocurre que la grafia de ciertos rostros o ciertas configuraciones corporales pueden proponer una ruta. Hay proyecciones morfologicas que sobresalen y ya sea porque algo en ellas sugiera un rapto específico de la atención o porque simplemente quieras desentrañar el por qué de esa fijación que remueve las entrañas, se puede experimentar la necesidad del tanteo persecutorio. Eso por supuesto es tambien muy infrecuente y no digo que sea mi caso, (aunque poco importaría que lo fuera. por lo demas camino mirando el suelo y tendría que fijarme mejor) pero sospecho que esa necesidad se puede dar.

Para no dejar por fuera la literatura me vienen a la mente dos episodios de persecución impuesta por fisonomias, tras los cuales puede verse ese arrebato mencionado. El de Poe en el hombre de la multitud y el de Baudelaire en el poema las viejecitas.

salut

Bashevis dijo...

Estaría bien donar más tiempo al vagar, fiarse de la grafía de ciertos rostros para tomar un camino u otro. Levantar la manta y ver que nos mueve ese día. Echare un vistazo a “los episodios literarios”. Andar por las calles, pisaros los talones. Sin compromiso, sin objetivo.

salud marrast!