jueves, 14 de enero de 2010


"Hoy el clown se ha convertido en un personaje destinado a divertir a los niños. Es sinónimo de niñerías ingenuas, de candor un poco tonto, de sentimentalismo. El clown ha perdido su capacidad de provocación, su compromiso político. En otro tiempo, en efecto, el ha expresado la violencia, la crueldad, la necesidad de justicia. En realidad se trataba en su origen, de un personaje obsceno, vicioso, mordaz, diabólico: en las catedrales de la Edad Media, encontramos representaciones de titiriteros mostrando su sexo. No hay que olvidar que el mas antiguo de los clowns mencionado en documentos ingleses, llevaba la mascara de Polichinelle, el jorobado, el maldito.

Todas las situaciones, las historias, las formas de espectaculo de clowns, se apoyan en la deformación de la voz, la mueca, el gesto o la palabra tosca. Los clowns hablan siempre de lo mismo, hablan del hambre: hambre de comida, hambre de sexo, pero también hambre de dignididad, hambre de identidad, hambre de poder. En el mundo clownesco hay dos posibilidades: ser dominado, y entonces tenemos el que es completamente sumiso, sufridor, como en al comedia del arte; dominar, y entonces tenemos el patrón, el clown blanco, el que da las ordenes, el que insulta, el que hace y deshace. Tanto en un caso como en el otro intenta sobrevivir.
El clown refleja la realidad de la división de poder: existe el clown que tiene el poder y el que no lo tiene. Pero entre los vencidos, los hay que son astutos, listos y los hay perdedores.

Cree que se es payaso por ponerse una pelotilla roja en la nariz, un par de zapatos desmesurados y aullar con voz aguda, es una ingenuidad de idiotas"


Dario Fo

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