jueves, 14 de enero de 2010






















"Es el "como si" de las culturas empobrecidas y decadentes. Un "es pero no es" que no llega a ser metáfora porque se queda en las aguas residuales del "quiero pero no puedo". En las cocinas ponemos encimeras de plástico que parecen mármol, construimos losas y muebles que parecen antiguos, se ofrecen banquetes que parecen medievales, se trazan lineas en el cemento de manera que parezcan adoquines, confeccionamos zapatos que parecen de piel de serpiente, plásticos que parecen cuero (...)

La mentalidad Kitsch lo impregna todo: hay espiritualidad kitsch, intelectualismo kitsch, ecologismo kitsch, etcétera. Vivimos inmersos en el artificio, la artificiosa representación de lo que en otras épocas era genuino. Y esta reduplicación de los objetos lleva aparejada una reduplicación de las emociones: lloramos como se llora en tales ocasiones (...) delegamos nuestra capacidad de emocionarnos (...)

Y ello parece ser a la vez la causa y efecto de la atrofia de los sentidos que estamos padeciendo. Hemos perdido, indudablemente, la inmediatez de la percepción. Creemos que la grabación de un sonido de campana es idéntica al sonido de una campana, que la luz de una bombilla eléctrica cumple la misma función que una vela en las iglesias, que un tomate sin sabor que ha sido criado bajo el plástico de un invernadero sigue teniendo las propiedades de un tomate; creemos en las representaciones. Pero ¿acaso estas representaciones transmiten la misma energía? Nos han eneseñado a recibir las ideas, pero hemos olvidado cómo recibir lo que las origina, lo que late bajo, por ejemplo, las palabras que decimos. Una conferencia o un concierto retransmitidos, ¿Que retransmiten? Nuestra mente reconstruye el estímulo a partir de los datos visuales y auditivos, pero no es, a buen seguro, la misma modalidad vibratoria la que alcanza el nuestro cuerpo"


Chantal Maillard - Contra el arte y otras imposturas

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