jueves, 7 de enero de 2010






















El mal de los ardientes

Hace unos mil años, una rara epidemia de locura azotó Europa. Las víctimas de esta enfermedad sufrían lo indecible. Además de tener alucinaciones terroríficas, sus piernas y brazos se volvían negros y poco después sobrevenía la gangrena. Dichas extremidades gangrenosas podían ser arrancadas del cuerpo sin que se presentara el menor sangrado. La enfermedad fue llamada Fuego de San Antonio debido a que muchos de los síntomas recordaban el martirio que sufrió el santo cuando se fue a orar al desierto. La causa de la enfermedad estaba en el centeno. El pan preparado con éste grano solía estar infectado con un hongo, el cual causaba los síntomas.

Europa padeció cíclicamente epidemias y plagas de todo tipo que diezmaron a la población, desde gripes, peste, lepra y quizás la menos conocida de todas, pero la más terrorífica, el denominado ignis sacer ("fuego sagrado") o fuego de San Antonio. Los testimonios más antiguos se remontan a la época de los asirios 600 años a.C.

La primera noticia fehaciente que se tiene de esta epidemia está fechada en el año 1.039, en la ciudad francesa de Dauphiné donde está enterrado San Antonio, famoso por sus visiones demoniacas, defensor de la epilepsia, el fuego y las infecciones, de ahí su nombre popular.

Europa padeció cíclicamente epidemias y plagas de todo tipo que diezmaron a la población, desde gripes, peste, lepra y quizás la menos conocida de todas, pero la más terrorífica, el denominado ignis sacer ("fuego sagrado") o fuego de San Antonio. Los testimonios más antiguos se remontan a la época de los asirios 600 años a.C.

La primera noticia fehaciente que se tiene de esta epidemia está fechada en el año 1.039, en la ciudad francesa de Dauphiné donde está enterrado San Antonio, famoso por sus visiones demoniacas, defensor de la epilepsia, el fuego y las infecciones, de ahí su nombre popular.

En 1597, la Facultad de Medicina de Marburgo, decidió investigar los posibles orígenes de la enfermedad, llegando a la conclusión de que era exclusivamente debida a la ingestión de pan amasado con harina de centeno, contaminada por el cornezuelo del centeno, Secale cornutum, el cual es el micelio de un hongo, Claviceps purpurea, que se desarrolla sobre todo en los años húmedos, en las espigas del centeno, suplantando a un grano que resultaba destruido al desarrollarse este hongo. Su color es negro violáceo y con una forma que se ha comparado al “espolón de un gallo”. El cornezuelo tiene la propiedad fisiológica esencial de provocar la contracción de las fibras musculares en especial las lisas (útero, vasos sanguíneos).

El alcaloide principal del cornezuelo del centeno es la ergotamina (Stoll, 1918), que es un paralizante periférico del simpático.

En la historia del Viejo Mundo se describen misteriosas dolencias que afectaban a familias enteras, lo cual ocurría en determinadas épocas del año, coincidiendo con la confección del pan, preparado con los “cuernos” del centeno. Se la llamaba “enfermedad de los pobres”.

(...)

“Un fuego escondido que ataca un miembro, lo consume y lo despega del cuerpo. Esta horrible combustión devora completamente a los hombres en el curso de una sola noche (...) Se encerraba a los leprosos tal como Le Pen sugirió que se encerrara a los enfermos de Sida (...) Discernir las diferencias, pero también las concordancias entre lo que les infundía miedo y lo que nosotros tememos nos puede permitir encarar con mayor lucidez los peligros de hoy”

Georges Duby

4 comentarios:

rubén m. dijo...

Como señala Duby, aprender sobre cosas así ilumina nuestro miserable modo de afrontar las patologías y los miedos. Me hablaba el otro día un amigo que esa grotesca parodia de plaga llamada "gripe A" -y sus precedentes-, su alerta creada descaradamente para enriquecer a la industria farmacéutica, podría llevar a que cuando haya un verdadero peligro nadie haga ni puto caso. En fin... fascinante y terrorífico lo del fuego de San Antonio.

abrazos

Bashevis dijo...

Aprender sobre cosas para iluminar otras cosas, atando cabos. Además no son suficientes los 3 puntos de iluminación, por lo menos si se quiero algo más que “lo básico”, el estándar. Como afrontar la fe, las patologías, los miedos, el sometimiento, los pre-supuestos…la historia es ruido blanco.

Es posible que cuando haya un verdadero peligro nadie haga ni puto caso, pero joder, parece que todavía seguimos haciéndolo. Yo no es que haya vivido mucho, y ya he pasado varias grotescas parodias de plagas, jeje.

Salud!

Pompeyo dijo...

"Aprender sobre cosas para iluminar otras cosas": Uno de los motivos que me traen por aquí.
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Fascinante y terrorífico, dijo Rubén. Exacto. Alguien debería hacer un buen film. Recuerdo una secuencia de Herzog en Nosferatu: Plaga, bailes, ratas, festín, muertos... "A cojer (follar) que se acaba el mundo!" decimos en Argentina.
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Multifacético el honguito, ¿no?.

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"Se encerraba a los leprosos tal como Le Pen sugirió que se encerrara a los enfermos de Sida". No aprendimos una mierda.
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Bashevis dijo...

Gracias Pompeyo. Ciertamente, por duro que sea, creo que es “la postura”. Aprender sobre cosas para iluminar cosas. Y quien dice iluminar dice escanear, encañonar, interrogar, descuartizar, nivelar…iluminar quizás remita a iluminación. Y, iluminación no debería remitir a certeza definitiva. Ya que “quedarse en cualquier punto, tanto con intuitiva certeza como en dudosa interrogación es estancamiento”… Soldados y Jorobados !?!?!?!?!?!?!?!?!?!

¿Quién no recuerda las escenas de Nosferatu?... Bravo. Llega a EEUU el primer extranjero seropositivo tras 22 años de veto. Los apestados en su día alertaban de su presencia a la vuelta de la esquina con un cascabel. Quizás sea hora de que la seguridad social cubra una remesa de cascabeles… y yo quiero uno, por si acaso.

No aprendimos una mierda, faltaría más.

salud!