lunes, 4 de enero de 2010

CARTA ABIERTA A ANTONIO ORIHUELA

"Quiero hablarte de él, porque creo que el anarquismo es la cosa
más preciosa y más grande que el hombre ha pensado nunca…"

Alexandr Berkman

Querido Antonio:

Leo hoy tu último libro 8, cerca del día mismo de 1909
en que las reivindicaciones obreras fueron fuertemente
reprimidas en la Semana Trágica de Barcelona. Esa sangre
tiene todavía memoria y aún se nos mueve. Y todavía está –el
día que leo tu libro– pegajosa y caliente la mancha de sangre de
Carlo Giulani sobre Génova, derramándose hasta nosotros
desde sus dos agujeros de bala mala. Son dos agujeros
tremendos, y en ellos ya no nos pueden caber ni el mundo
entero ni la poesía toda.

Leo tu libro último hoy y me parece hoy el primero de
todos. Todo está por inventar y tú lo vas comenzando: de un tirón, a una sola bocanada de rabia, me lo he leído. Después, he
tardado más de cuatro horas en dormirme. Tengo los pulmones
alucinados: a un pie del abismo, dando con temor esta mano a
los luchadores que nos precedieron, y reconociendo con
orgullo en el autor de La ballena a un "company roig i negre"
con lo colore del luto, / de la pena amordazá, con esos colores
en los que tú y yo llevamos tiempo reconociéndonos. Creyendo
yo en la resurrección de los vencidos, creyendo tú en la verdad
por la que los fueron tumbando: trenzando ambos nuevas
complicidades. Creyendo en lo posible que el mundo (y nuestra
vida, y esta perra poesía) todavía no conoce.

La noche sin pegar ojo tras la lectura de tu palabra:
incómoda.

No sé si a ti te pasa, Antonio. Pero a mí sí: que me
pregunto a dónde nos lleva esto. Escribir esto, digo, y –todavía
más importante– vivir como para así merecerlo (merecer lo que
escribimos). Ser en la vida tan fieles a la memoria de esa lucha
que nuestros versos reclaman. ‘Poesía y conflicto’, tú y yo
decimos, y que algún día otros vientres enterrarán la mentira.
Ser lo que protestamos, a mitad de camino siempre, entre
nuestra impotencia y el valor de quienes (compañeros reales
son, y bien cercanos) se entregan en ese combate.

No sé si a ti te pasa, Antonio. Pero a mí sí, tras cada
verso mío que escribo, tras cada verso tuyo que me araña las
tripas: que me pregunto de dónde nos vendrá la fortaleza que
necesitamos.

Esta noche que no ha podido ser dormida (cabronazo),
esa fortaleza me vino de tu libro. Quito de mí la admiración que siento por lo que escribes, y aún está en tu palabra esa
fuerza que me ayuda a seguir. Quito de mí la seguridad de que
eres de lo más auténtico que se escribe hoy en este paisaje de
mierda, pacificado, y todavía está ahí ese aliento que me
pellizca y me tensa por dentro, lanzándome hacia fuera, con
otros, con mis hermanos. Quito de mí el impacto producido por
el ritmo de tus poemas, por el logro por el cual nos han de
sobrevivir tus versos, y aun así, todavía se queda conmigo algo
que se mueve en tu libro y que no es ni solo hallazgo, ni buen
hacer ni estilo ni ritmo: …ni literatura perra por hacer.

Me atrevo a pronunciar el nombre de lo que así, enorme,
se me queda en tu palabra: anarquismo. Y lo pronuncio con
respeto, con cuidado, en voz baja (que es como se pronuncian
las cosas sagradas). Y en voz alta, orgullosa y hasta altiva (que
es como se gritan las propuestas): lo que vive en tu libro. He
recordado por ti, Antonio, –en esta noche mal dormida–
palabras de nuestro abuelo Berneri (el anarquista italiano que,
tras hablar desde Radio CNT-FAI de Barcelona, fue asesinado
en 1937 por el estalinismo): «Uno de los aspectos más
singulares del anarquismo es que posee hombres de tal
entereza que compensa su escasez numérica y todas las demás
insuficiencias del movimiento». Lo escribió en su carta de 1935
a Carlo Rosselli y a "Giustizia e Libertà". Tú formas parte,
Antonio, de esa marcha de hombres. Tu libro así lo anuncia y
te (¡nos!) hace responsable de esta cosa tan grande que merece
ser vivida o peleada. Y eso ayuda a seguir. O a decir con
Kropotkin: «ante esa fuerza irresistible, los reyes conjurados
nada podrán». …La conquista del pan.

Esta noche negada a ser dormida me traía, tras leer tu
libro impresionante, esta convicción. No sé si consigo con estas
líneas expresártela en mitad de este camino.

Salud con el abrazo cómplice que aquí te envío.

Sacado de Once Poeticas Criticas

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