Allí donde huele a mierda huele a ser. El hombre hubiera podido muy bien no cagar, no abrir el bolsillo anal, pero eligió cagar como hubiera elegido vivir en vez de aceptar vivir muerto.
Para no hacer caca, tendría que haber consentido no ser, sin embargo, no se decidió a perder el ser, es decir, a morir viviendo.
Hay en la existencia algo particularmente tentador para el hombre y ese algo es LA CACA
Para existir basta con dejarse ser, pero para vivir hay que ser alguien, hay que tener un HUESO, hay que atreverse a mostrar el hueso y a olvidar el alimento.
El hombre prefirió más la carne que la tierra de los huesos. Como no había más que tierra y bosque de huesos tuvo que ganarse su alimento, no había mierda sólo hierro y fuego, y el hombre tuvo miedo de perder la mierda o más bien deseó la mierda y para eso, sacrificó la sangre. Para tener mierda, es decir carne, donde sólo había sangre y chatarra de osamentas, donde no tenía nada que ganar y sí algo que perder: la vida.
o reche modo to edire . de za tau dari do padera coco
Entonces, el hombre se replegó y huyó.
Lo devoraron los gusanos.
No fue una violación, Se prestó a la obscena comida. Le encontró sabor, aprendió por si mismo a hacerse el tonto ya comer carroña delicadamente.
Pero ¿de dónde procede esa despreciable abyección?
De que el mundo no está ordenado todavía, o de que el hombre sólo tiene una pequeña idea del mundo y quiere conservarla eternamente.
Proviene de que, un buen día, el hombre detuvo la idea del mundo.
Se le ofrecían dos caminos: el infinito exterior, el ínfimo interior. y eligió el ínfimo interior, donde sólo hay que estrujar el bazo la lengua el ano o el glande.
Y dios, dios mismo aceleró el movimiento.
Dios ¿es un ser? Si lo es, es la mierda. Si no lo es no existe. O bien sólo existe como el vacío que avanza con todas sus formas y cuya representación más perfecta es la marcha de un grupo incalculable de ladillas.
“¿Está usted loco, señor Artaud, y la misa?”
Reniego del bautismo y de la misa. No hay acto humano que, en el plano erótico interno, sea más pernicioso que el descenso del supuesto Jesucristo a los altares. No me creerán y desde aquí veo cómo el público se encoge de hombros pero el llamado Cristo es quien frente a la ladilla-dios aceptó vivir sin cuerpo mientras un ejército de hombres, descendiendo de la cruz a la que dios creía haberlos clavado desde hacía mucho, se rebeló y ahora esos hombres armados con hierro, sangre, fuego y osamentas avanzan, denostando al Invisible para terminar de una vez con el JUICIO DE DIOS.
1 comentario:
Bendito sea Artaud. Bendito sea, el gran maldito.
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