Adaptar a Verne entrados en la década de los 50 también tiene sus complicaciones. Pero hay un hombre que lo hacía fácil. Tierra, mar y aire, resultaban de su mano absolutamente fascinantes. Poseedor de una inventiva casi inalcanzable, el suyo es un cine visualmente potentísimo. Un artesano que manejaba con arrojo técnicas varias, montadas con maestría para disfrute de ¿los más pequeños?.
La animación, condenada a ser vista como un género menor aun hoy día (y por muchos ligada a la infancia irremediablemente), tiene en Zeman un aliado incansable. Sus películas son en muchas ocasiones un sempiterno homenaje a Melies y Verne. Una colección de ilustraciones deliciosas al ojo, fondos artificiales, trucos visuales, animación tradicional… y historias para todos los públicos, ante Zeman todos somos pequeñajos y disfrutamos por igual.
Querid@s visitantes de Trobriand pónganselo a sus seres queridos (pequeños o mayores) y véanlo con ellos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario