sábado, 13 de junio de 2009

En su libro de memorias, el famoso pianista Ignace Jan Paderewski nos cuenta una serie de deliciosas historias en torno a sus encuentros con animales que apreciaban la música.

Habla de Cocky Roberts, un loro cuyo vocabulario y aparente entendimiento eran casi humanos, y del que Panderewski cuenta muchas historias. Su lenguaje no siempre era el mejor, pero era un gran anfitrión. Cuando estaba realizando un viaje a través del mar de Tasmania y la jaula se movía de un lado para otro, el pobre loro no entendía que estaba ocurriendo y gritaba
“Eh, desgraciados, vosotros desgraciados… Iros al infierno”.

Siempre se sentaba a los pies de Panderewski cuando estaba ensayando. Podía estar completamente quieto y de vez en cuando decía con voz encantadora
“Oh señor, que hermoso, que hermoso!”

Ofrece además un detallado relato de una araña que al parecer era capaz de distinguir las terceras de las sextas, y que bajaba del techo al piano cada vez que tocaba estudios de Chopin en terceras, y que se largaba (“A veces me parecía que muy enfadada”) cuando se pasaba a los estudios en sextas…

Hablando de arañas y grandes compositores. Se dice que Anton Fils, el compositor alemán, murió tras sufrir la picadura de una araña… y es que se dice que tenía el extraño hábito de comerlas.

1 comentario:

PÁJARO DE CHINA dijo...

Será mi lectura del domingo, en la cama, tapada con una manta polar, sintiéndome un animal que escucha música ...