martes, 16 de diciembre de 2008

Pero la mejor oportunidad de exhibir a los indígenas
fueron las grandes exposiciones internacionales. Las
exposiciones de París de 1878 y 1889 presentaron
reconstrucciones de “aldeas negras”, en el último de los casos
poblada con 400 africanos trasladados para ese fin. También las
Exposiciones Coloniales de Marsella (1906 y 1922) y París
(1907 y 1931) exhibieron indígenas frecuentemente desnudos o
semidesnudos. Estas exposiciones tuvieron una concurrencia
masiva: 28 millones en 1889, 34 millones en 1931. El
salvajismo de los espectadores era notorio:

La actitud del público era uno de los temas más
sorprendentes: muchos visitantes arrojaban alimentos o
chucherías a los grupos que se exhibían, comentaban las
fisonomías comparándolas con los primates (retomando con
ello uno de los tópicos de la antropología física, ávida de
sacar a la luz los "caracteres simiescos" de los indígenas) o
riéndose abiertamente viendo a una africana enferma
temblequeando en su choza. (Bancel, 2000)

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