jueves, 11 de diciembre de 2008

El Progreso nos dio la oportunidad de ver de nuevo al pigmeo en su jaula. Un visionario hombre de negocios lo tomo prestado y en el hogar de los monos lo introdujo como reclamo. De la jaula al orfanato, aculturizado, aun tuvo tiempo de recordar ciertos pasos de baile, que finalizaron con un balazo en el centro de su corazón.














KERKHOUF
habia hecho lo mismo 4175 años antes. Gracias a el progreso del capital los pudimos volver a ver, seguramente mas de cerca y en un entorno mas... salvaje... buen salvaje.

Entonces era un rey de 8 años el que deseaba ver al enano danzarin, no un sucio y despreciable hombre de negocios. Le otorgo los mayores cuidados a fin de que no se ahogara, ni le pasara nada malo. Era para un niño el mejor de los regalos... un pigmeo en la corte del zoo de Bronx.

Que todo está perdido, solo, destruyéndolo todo, viviendo el fin, aferrado a una sonrisa, es inevitable, no queda otra salida. No soy nadie, no tengo donde ir, sin saber como huir, pero no sobrevivo, no, no sobrevivo, no sobrevivo.

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